LYNDEN, Wash. – Cuando un helicóptero de la Guardia Costera rescató a María Horn de su ático en Sumas durante las históricas inundaciones de la semana pasada, parecía que su calvario había terminado. La señora de 88 años sobrevivió a las aguas de inundación que le alcanzaron el cuello, devastando su hogar. Fue evacuada por vía aérea, suspendida en una canasta debajo de un helicóptero, y su rescate quedó registrado en video que rápidamente se volvió viral a nivel nacional. Este tipo de rescates, aunque dramáticos, son cada vez más frecuentes en el noroeste del Pacífico debido a eventos climáticos extremos.
“Se están esforzando por meterla en la canasta. Probablemente están asustados”, dice un oficial de la Guardia Costera en el video mientras los hijos de María intentaban ayudarla. La Guardia Costera, una entidad conocida en muchos países latinoamericanos, aunque con funciones específicas que pueden variar, demostró su capacidad de respuesta en esta emergencia.
El video muestra a María siendo levantada del techo, aferrándose a la barandilla con una mano mientras se protege la cabeza de las fuertes ráfagas del helicóptero. La fuerza del viento generado por la aeronave es un detalle que puede sorprender a algunos espectadores.
“Pensé: ‘Oh, Dios mío, esto es el final’”, relató María. “Estaba en las manos de Dios”. Esta expresión, común en la cultura hispana, refleja una profunda fe.
Su esposo, Tom, de 89 años, la siguió poco después. Sus dos hijos adultos fueron rescatados a salvo. La operación parecía un triunfo: una familia sacada del peligro inminente gracias a rescatistas capacitados.
“Los vientos del helicóptero eran muy fuertes. Entonces [María] estaba en la canasta, y se deslizó del borde del techo”, explicó Tom. “Estaba colgando en esa canasta de un lado a otro y girando. Eso es lo que realmente me asustó”.
Tras los días posteriores al dramático rescate, María sufrió una emergencia médica que desencadenó una nueva crisis. Trasladada a un hospital desde una iglesia donde la familia se había refugiado brevemente, le diagnosticaron cálculos biliares que habían provocado una infección grave en su vesícula biliar, requiriendo una cirugía de emergencia. Su hijo, Johnny, comentó que el diagnóstico fue un shock adicional a la ya abrumadora situación.
“Me tomó completamente por sorpresa”, dijo Johnny. “Se estaba quejando. Empezó a vomitar en la iglesia y no paraba. Finalmente, una de las chicas de la iglesia dijo: ‘Deberías llamar al 911’”. (Nota: El número 911 es el número de emergencias en Estados Unidos).
María permaneció hospitalizada durante varios días y se sometió a una cirugía para extirpar su vesícula biliar.
“Simplemente me golpeó. ¡Boom, así de repente!”, exclamó María.
Al ser dada de alta, la familia se enfrentó a una cruda realidad: no tenían un hogar al que regresar. Las inundaciones habían destruido prácticamente todo en su casa: los muebles, los electrodomésticos, el piso y las paredes. El olor a moho y productos químicos provenientes del agua de inundación hacía la vivienda inhabitable.
“No puedo llevar a mamá de vuelta a esa casa”, dijo Johnny. “El olor solo te enfermará”.
Con María todavía recuperándose de la cirugía, la familia recurrió a Whatcom Strong, una organización sin fines de lucro que brinda asistencia a las víctimas de inundaciones, quienes los conectaron con una habitación de hotel donde actualmente se alojan. La importancia de la ayuda comunitaria y las organizaciones sin fines de lucro es fundamental en momentos de crisis.
“Diría que tomará otros tres o cuatro meses para que todo vuelva a la normalidad”, estimó Johnny al ser preguntado sobre cuándo podrán regresar a su hogar.
La familia explicó que necesitan realizar pruebas en la casa para detectar cualquier químico que pudo haber sido arrastrado por la inundación, posiblemente de tambores industriales almacenados en las cercanías. El nuevo panel de yeso, el aislamiento y el piso deberán ser reemplazados, y la casa deberá ser elevada para evitar futuras inundaciones.
Esta no es la primera vez que su casa sufre inundaciones. En 2021, Johnny relató que él mismo quedó atrapado en el techo de su casa, agitando para pedir ayuda, sin que llegara ningún rescate. Esta experiencia podría resonar con lectores de áreas propensas a desastres naturales.
“Me quedé allí durante cuatro o cinco días, creo, hasta que el agua bajó”, recordó Johnny.
Sin seguro contra inundaciones, la familia depende en gran medida de organizaciones benéficas y donaciones. Su compañía de seguros se negó a proporcionar cobertura debido a que su casa se encuentra en una zona de riesgo de inundación. Su hija también ha creado una campaña en GoFundMe.
Samaritan’s Purse, una organización cristiana de ayuda en casos de desastre, ya ha colaborado en la retirada de muebles destruidos, electrodomésticos y paneles de yeso dañados. Sin embargo, el largo camino por delante sigue siendo un desafío.
La familia desconoce cuánto tiempo podrán permanecer en el hotel. Durante la inundación de 2021, estuvieron alojados temporalmente durante nueve meses. Johnny expresó su esperanza de que esta recuperación no tarde tanto.
“Es duro para la familia”, concluyó Johnny. “Lo que realmente me preocupa es no saber cuántos días podemos quedarnos en este [hotel] para mantener a salvo a nuestra madre, especialmente después de que acaba de someterse a una cirugía. Como dije, no se puede mover”.
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