EDMONDS, Wash. – Durante el cierre gubernamental más prolongado en la historia de Estados Unidos, millones de personas enfrentaron dificultades para acceder a alimentos, afectando especialmente a familias dependientes de los beneficios de SNAP (anteriormente conocidos como cupones de alimentos). En Seattle, el impacto se sintió con particular intensidad, obligando a muchas familias, incluso aquellas con empleo, a recurrir a bancos de alimentos para cubrir sus necesidades básicas.
En la escuela primaria Seaview de Edmonds, la bibliotecaria Cory Fortin buscaba que sus estudiantes comprendieran que el hambre puede afectar a cualquiera. “Quería que supieran que hay personas que podrían ser sus vecinos, que tienen trabajos y coches, y que no están sin hogar, pero sí enfrentan inseguridad alimentaria”, explicó Fortin. Es importante destacar que en comunidades como la nuestra, el hambre no siempre es visible; muchas familias enfrentan esta situación en silencio.
La iniciativa comenzó con un libro. Fortin leyó a sus estudiantes de cuarto a sexto grado “Lulu y el Monstruo del Hambre”, una historia conmovedora sobre una niña cuya familia se queda sin recursos para comprar alimentos. Sin embargo, la lección no terminó ahí.
Fortin desafió a sus estudiantes a ir más allá de la lectura y a tomar medidas concretas. Juntos, organizaron una colecta de alimentos para el Banco de Alimentos de Edmonds. En pocos días, bolsas rebosantes de donaciones llenaron los pasillos de la escuela, mientras los estudiantes aportaban con entusiasmo sus contribuciones. El Banco de Alimentos de Edmonds es un recurso vital para numerosas familias en la región.
“Difundieron la noticia en su comunidad y entre sus vecinos, e incluso fueron a buscar a sus vecinos para solicitar donaciones”, relató Fortin. “Ha sido un esfuerzo comunitario realmente increíble”. La iniciativa subraya la importancia del apoyo vecinal, un valor profundamente arraigado en la cultura latina.
El Banco de Alimentos de Edmonds atiende actualmente a aproximadamente 1.500 hogares cada semana. Desde el cierre gubernamental, han registrado la incorporación de casi 100 familias nuevas, muchas de ellas por primera vez. Es importante recordar que SNAP es un programa gubernamental que proporciona asistencia alimentaria a familias de bajos ingresos.
“No se ha decidido que alguien merezca o no comida”, afirmó Casey Davis, directora ejecutiva del banco de alimentos. “Simplemente se pregunta: yo puedo comer, ¿por qué no todos? ¿Y no es así como todos deberíamos sentirnos?”.
Para los estudiantes, el proyecto significó mucho más que una simple donación de alimentos; fue una poderosa lección sobre empatía y empoderamiento.
“Que si trabajamos juntos, podemos hacer una diferencia enorme”, comentó Lucas Vortmann, estudiante de cuarto grado.
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