AUBURN, Washington — Rachel Givens tenía 23 años cuando un conductor que se dio a la fuga la atropelló al cruzar una calle de Tacoma el 5 de octubre de 2013, dejándola muerta. Después de la tragedia, sus órganos salvaron la vida de cinco desconocidos, transformando una pérdida indescriptible en un legado de esperanza que perdura doce años después.
El caso sigue sin resolverse.
Rachel, una atleta dos veces campeona del estado de Washington que se destacó en baloncesto y fútbol, fue trasladada de urgencia al hospital después de la colisión. A pesar de los esfuerzos de los paramédicos, fue declarada con muerte cerebral.
“Nunca en mis sueños más locos pensé que sería atropellada por un coche cruzando la calle”, dijo su madre, Laura Givens, recordando el momento en que recibió la devastadora llamada.
Mientras los paramédicos trabajaban para salvar a su hija, Laura Givens recuerda haberlos instado a seguir trabajando. Cuando la esperanza se desvaneció, Laura tomó una decisión que honraría los deseos de su hija.
“Cuando supimos que tenía muerte cerebral, fui a la estación de enfermería y dije: es donante de órganos”, recordó Laura.
El corazón de Rachel se dirigió a una abuela. Sus pulmones fueron a Linda Merritt en Oregon, con quien Laura más tarde entabló amistad. Otros dos destinatarios recibieron las córneas de Rachel que restauran la vista. En total, los órganos de Rachel salvaron la vida de cinco personas.
“La historia de Rachel está cambiando corazones y mentes”, dijo Jenna Huerta de LifeCenter Northwest, una organización sin fines de lucro.
Huerta destacó la importancia de la diversidad en la donación de órganos.
“La donación y el trasplante de órganos no están necesariamente limitados por el origen étnico, pero los resultados de salud para un receptor de órganos son mucho más fuertes cuando reciben un órgano de un donante que comparte antecedentes genéticos similares”, dijo.
Para Laura Givens, saber que los órganos de su hija siguen sustentando la vida proporciona cierto consuelo en medio de un dolor duradero.
“Rachel ya no está, pero esta gente sigue viva”, dijo.
El conductor que se dio a la fuga y mató a Rachel nunca ha sido encontrado, pero Laura se niega a dejarse consumir por la ira.
“No puedo pensar en algo así”, dijo. “Quiero decir, esa persona tiene que vivir con lo que hizo”.
En cambio, ha canalizado su dolor en la defensa de la donación de órganos, encontrando un propósito en el acto final de generosidad de su hija.
“Esto es lo que ella decidió hacer. Fue donar sus órganos”, dijo Laura.
“En nuestros momentos más oscuros, esta es la luz que se nos dio”, añadió. “No quita el dolor, pero simplemente lo suaviza… sólo un poco saber que su hija todavía está ahí afuera”.
Según LifeCenter Northwest, un donante de órganos puede salvar ocho vidas y curar a más de 75 personas. Actualmente, más de 1.600 residentes de Washington están esperando trasplantes de órganos.
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